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El buen ejemplo, ser buena gente

¡Ahí está pintado el papá!, ¡hummm...igualita a la mamá!, ¡hijo de tigre, sale pintado!... La sabiduría popular, está plagada de ejemplos de cómo los hijos son el reflejo de lo que son sus padres.

En los tiempos que corren, los niños no solamente se parecen a sus padres sino a la sociedad entera, incluso empiezan a parecerse a los youtubers, que ven mucho o poco, según sea la libertad que les demos para frecuentar las redes sociales, empiezan a parecerse a sus compañeritos de colegio, a sus profes, etc. Pero, volviendo a las frases populares, no podemos olvidar que sus mayores "influenciadores" son los padres de familia...¡de tal palo, tal astilla!

Los padres responsables siempre queremos que nuestros hijos sean buenos ciudadanos, se porten bien, sean "inteligentes" (va entre comillas, porque ser inteligente es un concepto que se ha reformulado y eso lo trataremos más adelante en otro artículo de este blog) y que, por supuesto, les vaya bien en la vida, recalcamos estas premisas de manera verbal pero a veces no lo respaldamos con nuestro ejemplo.

Lamentablemente, es triste ver cómo hay personas que tratan, con cierto desprecio, a sus subalternos o a quienes les prestan un servicio por considerarlos inferiores al tener un cargo menor o de menos prestigio, ¿es más un abogado que un cajero de supermercado? ¿es más un ingeniero que un Rappitendero? ¿es más un dueño de empresa que un maestro? No hay que olvidar que, ante todo, somos seres humanos, por eso ante una frase como ¡usted no sabe quién soy yo! la mejor respuesta es "otro ser humano".

Lo peor del caso es que estos comportamientos muchas veces se producen delante de los niños quienes empiezan a verlos como algo normal, incluso después de presenciar un acto de este tipo, los niños reciben la "moraleja" de parte de sus padres donde les dicen que eso es hacerse respetar, es darse su lugar, es "no dejársela montar". Pero no solo son estos comportamientos los que ofrecen una visión equivocada de la vida a nuestros niños, sino que también lo son botar un papel a la calle, colarse en una fila, recibir unas vueltas equivocadas donde salgamos ganando, colarse en el transmilenio, parquear en sitios reservados para discapacitados, subir a un ascensor sin dejar salir a la gente que está dentro, no recoger el popó de las mascotas, hablar a escondidas de los demás... por supuesto, no hay nadie perfecto y muchas de estas cosas, probablemente las hagamos sin darnos cuenta, pero como seres humanos tenemos la capacidad de discernir entre lo que está bien y lo que está mal y eso es lo que debemos mostrar a nuestros niños.

Hay que enseñar a nuestros hijos a defender sus posturas, a hacerse respetar, a reclamar incluso, pero sin pasar por encima de los demás, recordando que somos parte de un organismo aún mayor que es la raza humana y otro aún mayor que es nuestro planeta y ¿por qué no? nuestro universo, nuestras acciones afectan a los demás y a nuestro entorno. Recordemos que nuestra libertad termina donde empieza la de los demás.

En definitiva, la solución es fácil, ser buena gente, ese es el mejor ejemplo que podemos dar a nuestros hijos o ¿no nos gustaría que ellos sean buena gente?

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